En una extensa carta, la Senadora y ahora ex Democrata Cristiana Ximena Rincón presentó la renuncia al partido politico…
27 de octubre 2022
“Un buen político siempre tiene dudas y, por tanto, revisa permanentemente sus respuestas” – Angela Merkel Estimadas y estimados camaradas,.
Hemos militado desde hace muchos años en la Democracia Cristiana, manteniendo siempre nuestros principios y sustentando los valores que nos enseñaron nuestros fundadores hace más de 65 años: respeto a la dignidad de la persona, justicia social y libertad. Estos son los principios que siempre nos han acompañado, y fueron estos los que nos movilizaron por una nueva Constitución, donde buscábamos un gran pacto nacional sin fronteras partidarias ni sectarismos políticos. Hoy más que nunca nos apoyamos en ellos para también afrontar los múltiples problemas que afectan al país: la inseguridad, el alza en la tasa de homicidios y secuestros, la violencia y el crimen organizado que avanzan día a día, las precarias jubilaciones, las listas de espera en los hospitales, la falta de inversión, el déficit de viviendas, la falta de conectividad digital y, por cierto, el alza del costo de vida. Todo lo anterior aumenta el desafío por tener una nueva y buena Constitución sobre lo cual existe un claro consenso ciudadano- y al mismo tiempo, la necesidad de construir un gran pacto nacional por la seguridad ciudadana, por una reforma previsional que asegure pensiones dignas, por un Gran Plan para impulsar el crecimiento económico y para garantizar la protección de nuestro medio ambiente, entre otros.
Nuestra conducta se refleja en nuestras acciones, las que han quedado plasmadas en nuestros proyectos y votaciones en el Congreso. En este largo camino hemos tenido momentos felices, de encuentro y arduo trabajo por el país. Y otros difíciles, con diferencias de criterio con algunas decisiones que han adoptado nuestras directivas. Sin embargo, éstas nunca habían sido incompatibles con nuestra militancia. Hoy la crisis multidimensional que vive Chile también ha afectado a los que conducen al PDC, poniendo al partido en una situación que ha generado renuncias de la militancia, tanto de figuras nacionales como de dirigentas y dirigentes territoriales históricos y también de muchos y muchas militantes de base que no se han sentido interpretados ni representados. Hemos hecho muchos esfuerzos para recuperar la amistad cívica, pero la respuesta ha sido la censura permanente. Un partido que mira al siglo XXI no puede ser un rebaño que sigue dócilmente a una Directiva que no quiere escuchar el mensaje de sus militantes, ni de la ciudadanía, y cuya máxima expresión de desconexión con el país se expresó el 4 de septiembre pasado.
La propuesta constitucional que rechazó soberana e inapelablemente el 62% de la población, renunciaba al principio de igualdad ante la ley, sobre el cual se fundó la República de Chile. En efecto, se llegó al extremo de propiciar poner término al Poder Judicial y su autonomía, además de una pluralidad de sistemas de justicia y sistemas normativos. Frente a esa propuesta constitucional, decidimos hacer uso de nuestra libertad de conciencia y de nuestra libertad de expresión, para salvar la viabilidad del país, y de las transformaciones que las chilenas y chilenos quieren. Esta propuesta instalaba la lógica de los antagonismos, que es contraria a nuestros principios rectores y que constituye la negación de la democracia moderna y plena en que creemos.
De esta coyuntura, no ha estado ausente la directiva nacional de la Democracia Cristiana, la que se ha valido de una serie de pretextos burocráticos para evitar la discusión de fondo. En este contexto, nuestro partido tenía un rol institucional que cumplir: debió ayudar a encausar el proceso constituyente y advertir que una propuesta de esa naturaleza se alejaba de lo que el país necesita y sus principios consagran. Sin embargo, no solo renunció a este desafío, sino que apoyó -sin debate ni decisión democrática- la opción Apruebo. Y una vez conocidos los resultados, no hizo y no quiso efectuar ninguna autocrítica, como habría sido lo correcto frente a toda la militancia. Hemos decidido, después de una profunda reflexión, renunciar al partido Demócrata Cristiano y trabajar activamente por encontrar soluciones a las preocupaciones de los hombres y mujeres de nuestra patria, fundadas en el consenso, la búsqueda del bien común, y la construcción de un centro político fuerte que enfrente las posiciones populistas, maximalistas, totalitarias y polarizadoras. Es hora de volver a ese Chile en democracia, donde el crecimiento era constante, la movilidad social posible y la vida en paz una realidad. Lo hacemos con mucha tristeza, por lo que significa para nosotros nuestro partido en su historia, sus luchas pasadas y nuestros camaradas. También con profunda gratitud por la oportunidad que nos brindó, bajo otras conducciones, de representar a la ciudadanía en cargos de elección popular. Lo hacemos orgullosos de la historia de la Democracia Cristiana, pero también en la convicción que Chile necesita un nuevo espacio que convoque al centro y al sentido común ciudadano por los próximos 65 años. Nuestra decisión ha sido difícil, pero también creemos que es el inicio de la búsqueda de un país donde no exista un antagonismo permanente, o donde la amistad cívica sí sea posible. Creemos en ese Chile que dialoga, que cree en su gente, que construye derechos sociales, pero que también es una plataforma para
la creatividad y el emprendimiento. Que reconoce el valor del esfuerzo, de contribuir al desarrollo y del mérito. Por lo mismo propiciamos un espacio que no tenga complejos frente a la seguridad y el orden público, el apoyo al crecimiento y la economía social de mercado. Creemos en valores fundamentales como la democracia y el respeto al que piensa distinto y que podemos volver a ese país en paz y prosperidad que se perdió en la desconfianza y el enfrentamiento diario y que tiene agobiada a la inmensa mayoría. Como dijo el Presidente Aylwin: “Chile es uno solo” y debemos honrar ese legado. Esta renuncia también abre un nuevo escenario, y vamos a poner todo nuestro esfuerzo -con humildad y aprendizaje- en construir un Chile distinto, donde todos y todas estén convocados! Con profundo afecto y fraternidad,
Ximena Rincón Matías Walker